Las sociedades modernas tiene que hacer frente cada vez más a grupos minoritarios que exigen el reconocimiento de su identidad, es decir, de sus formas de expresión como grupos sociales minoritarios; ello implica la acomodación de sus diferencias culturales, algo que no frecuencia se denomina el reto del multiculturalismo. Sin embargo, el término multiculturalismo abarca formas muy diferentes de pluralismo cultural, cada una de las cuales plantea sus propios retos.
Existen diversas formas mediante las cuales las minorías se incorporan a las comunidades políticas, desde la conquista y la colonización de sociedades que anteriormente gozaban de un autogobierno hasta la inmigración voluntaria de individuos y familias. Esta diferencia en la forma de incorporación afectan a la naturaleza de los grupos minoritarios y el tipo de relaciones que estos desean con la sociedad de la que forman parte.
Así, las generalizaciones sobre los objetivos o las consecuencias del multiculturalismo pueden ser un tanto equívocas. Desde luego que gran parte del debate público sobre el multiculturalismo acusa dicho defecto. Por ejemplo, quienes se oponen al multiculturalismo suele afirmar que éste encapsula a las sociedades, los partidarios del mismo responden, por el contrario, que la preocupación por la integración es un reflejo del imperialismo cultural. De hecho, ambas acusaciones constituyen generalizaciones excesivas que ignoran las diferencias entre los grupos minoritarios y malinterpretan sus auténticas motivaciones.
La diversidad cultural surge de la incorporación de culturas, que previamente disfrutaban de autogobierno y estaban territorialmente concentradas en el Estado mayor. Una de las características distintivas de las culturas incorporadas a la denominadas minorías nacionales, es precisamente el deseo de seguir siendo sociedades distintas respecto de la cultura mayoritaria de la que forma parte; exigen, por tanto, diversas formas de autonomía o autogobierno para asegurar su supervivencia como sociedad distinta.
Por otra parte, la diversidad cultural surge de la inmigración individual y familiar. Estos emigrantes acostumbran a unirse en asociaciones poco rígidas y evanescentes, que reciben el nombre de “grupos étnicos”. A grandes rasgos, los grupos en cuestión desean integrarse en la sociedad de la que forma parte y que se le acepte como miembros de pleno derecho de la misma. Si bien a menudo pretenden obtener un mayor reconocimiento de su identidad étnca, s objetico no es convertirse en una nación separada y autogobernada paralela a la sociedad de la que forma parte, si no modificar las instituciones y las leyes de dicha sociedad para que sea más permeable a las diferencias culturales.
Desde luego que para entender y evaluar las políticas del multuculturalismo es importante comprender cómo la sin corporación histórica de los grupos minoritarios configura sus instituciones colectivas, sus identidades y sus aspiraciones.